
Reverón a la puerta del Castillete recibe con cordialidad mientras fuma un cigarro apaciblemente y posa con su pumpá. Luego se dirige a Juanita:
- Dos cafés.
A lo lejos, como sincronizados, se escucha la respuesta:
- Enseguida.
Pasamos al salón donde pinta su autorretrato, allí se sienta sobre un taburete de paja, con pinceles fabricados por él con restos de coco. A un lado tiene un espejo, a otro sus inseparables muñecas.
- A ella le decimos “la Chismosa”, siempre tiene un cuento que echar. Afine el oído a ver qué le dice- comenta refiriéndose a una de sus majas.
Las muñecas parecen asentir lo dicho por el artista con sus enormes ojos y una extraña y cómplice sonrisa.
-¿ En la época de Gómez, cómo repercutió en Ud. la disolución del Círculo de Bellas Artes?
- La policía de Gómez nos impidió que siguiéramos reuniéndonos. Como a todo dictador y militar, a Gómez no le interesaba nada que tuviera que ver con cultura.
- ¿Cómo logra lidiar con la dictadura gomecista?
- Concentrarse en el trabajo era una manera de sobreponerse a las muy chatas condiciones del medio. Resistí la tosquedad de aquellos años emprendiendo la faena cada día ante el caballete.
- Se habla mucho de sus excentricidades, ¿qué nos puede contar?
- Mire “la Chismosa” se sabe bien el cuento, vea cómo le susurra a las otras. Resulta que yo le decoré al padre Pedro Pablo Barnola un misal y él me recriminó por haber pintado a la Virgen completamente desnuda, a lo que le respondí que era cierto, pero que se fijara que a su lado estaba San José.
- Detallamos los pomos de pintura y están todos envueltos en telas ¿a qué se debe esto?
- No puedo sentir la dureza del metal. Cuando por casualidad toco algo metálico, necesito “saborear” con la mano una tela suave. También fabrico mis pinceles.
De pronto Pancho, el mono, se sube a su hombro y toma uno de los pinceles con mucha destreza, como si hubiera aprendido muy bien de Reverón.
- ¿Le gustan los animales?
- Sí, fíjese que el otro día Juanita me iba a preparar un buen consomé de pichón. Pero cuando vi a los pichoncitos me negué a que los sacrificara. Me dio lástima que murieran dos pichoncitos que a los mejor se amaban. Así que le ordené a Juanita que los pusiera en libertad.
- Es una actitud muy poética
- Sí, es que soy muy amigo de los poetas.
- ¿Alguna anécdota particular con Vicente Gerbasi?
- El otro día me entregó el libro Los espacios cálidos y puse en un banquillo el libro y posé las llaves sobre él diciendo: “Pongo las llaves sobre tu libro porque la poesía es la que tiene las llaves”.
Mientras pintaba se le cae uno de los pomos de pintura, él con mucha naturalidad lo toma entre los pies y se embadurna con un pie el otro y comienza a pintar.
- ¿Cómo se pinta con los pies?
- Es que hay que practicar para cuando no se pueda pintar con las manos. Esto lo hacía mucho en la Escuela de Bellas Artes.
- ¿Cómo recibe los honores que le profesan?
- Yo no soporto la fatua palabrería. Cuando en 1953 obtuve el Premio de Pintura en el Salón Oficial, un periodista me preguntó: “Maestro, ¿podría Ud. explicar cuáles son los elementos esenciales que integran el universo de su pintura?”. A lo que le respondí con su misma voz engolada: “Mijito, los elementos esenciales de mi pintura son dos: azul y mierda”.
- ¿Por qué su obsesión con las muñecas?
- En la imposibilidad de traer aquí todas las modelos que quisiera, animo mi soledad con esta ficción de vida, que puebla de presencias humanas el estudio. Así me siento rodeado de gente amiga. A veces me sirven también para esas telas en que aparecen mujeres en segundo término.
Además las muñecas son en honor a las mujeres que me han acompañado, esas figuras femeninas sublimes quienes tanto me han aportado. Primero mi madre, luego mi nodriza Bárbara, mi madre adoptiva, mi hermana putativa Josefina y Juanita.
- ¿A todos sus monos los llama Pancho?
- Es la manera que consigo de burlar el tiempo.
- ¿Ud., le hace las ropas a Juanita y a sus muñecas?
- Sí, el oficio de coser lo aprendí de mi madre, quien trabajó en una escuela de corte y costura.
- Sus escaleras de piedra, cartón o madera, están colocadas en direcciones a pisos o puertas que no existen. ¿A qué se debe eso?
- Es para exaltar el objeto escalera en sí, y el placer de ascender es para mirar desde arriba más que para ir a un lugar determinado. Desde arriba los problemas se pueden solucionar mejor.
- Por qué trabaja casi desnudo?
- Es que la ropa es un inconveniente. Pinto desnudo para evitar la intromisión – entre la obra y la pupila- del color de las ropas.
- ¿Le molesta que sus obras queden en los museos?
- Es que el museo es como un cementerio de cuadros.
- ¿Cómo conoce a Juanita?
- La conocí en un baile de Carnaval. Le saqué los guantes y me encantaron sus manos. Le dije que las tenía tan preciosas como para pintar una Virgen.
- ¿Le es fiel a Juanita?
- Sí, es que toda mi energía la canalizo, exclusivamente, hacia la pintura. Me he concentrado toda mi vida en la creación plástica que es mi pasión existencial, mi sensibilidad, mi reto de vida.
- ¿Cómo trabaja con la luz?
- No me limito a reproducir su efecto en los colores, como hacen los impresionistas, sino que la materializo en éstos como una realidad sustantiva.
- Se dice que hay ausencia de teoría en su obra…
- Yo soy un intuitivo y los resultados a los que llego son producto de mucho trabajo.
- ¿Cómo lo hace?
- Observando del natural los cambios que se producen en el ambiente al variar la luz del amanecer, produciendo en el agua, en la atmósfera y en la vegetación entrelazada, toda clase de reflejos.
También me planteo cómo transformarme para poder lograr que al plasmar la luz pueda yo mismo sentirme como parte de ella, quiero decir, integrar física y visceralmente a la naturaleza. Cuando pinto no puedo separar la luz de mis colores.
- ¿Cómo se dispone a pintar?
- El pintor debe atacar el lienzo como un guerrero lo hace ante un enemigo. El rol del pintor es parecido al del torero en el trance de lidiar un toro.
- ¿Cómo es su ritual cuando pinta?
- Me ciño fuertemente la cintura, tengo mucho cuidado de separar el espíritu (parte superior) de la materia (parte inferior). Me descalzo, me tapo los oídos con grandes tacos de algodón o pelotas de estambre, me gustaría ser sordo e invoco a los espíritus propicios a la inspiración.
- ¿Qué le aportó Ferdinandov?
Él siempre me decía “si te consagras a hacer vida social, cuando mueras únicamente vas a ser recordado por tus fiestas y no por tus obras”. Y puso en mis manos dos libros capitales: la Biblia y Don Quijote. Cuando me los dio me dijo: “Si los llevas contigo, nada más te hará falta”.
A él le debo mi ascética libertad.
- ¿Alguna influencia de los pintores clásicos?
- Cuando estuve en España y vi a Goya me pude venir con ese ritmo tumultuoso, con esa música, con esas vibraciones.
Estando en España me detuve frente a un cuadro de él en blanco y negro y se le podía ver el rojo, el azul, el verde.La diferencia más palpable entre mi nuevo maestro Goya y mi más viejo profesor, Moreno Carbonero, es que la pintura de éste concluye en el cuadro. Está terminada precisamente en el sitio donde comienza la moldura del marco. En cambio, de Goya me queda flotando algo en la retina. El perrito de aquella vieja señora del retrato se me deshace en vibraciones. La cinta con que se ajusta la mantilla de la Marquesa de Solana me la llevo en los ojos.
Y esos grises plateados y los oros de Velázquez me vuelven loco.
- ¿Por qué está en Macuto?
- Por mis compromisos con la luz. Vine aquí a buscar la sencillez y me encontré con la claridad. Estoy aquí pintando hace muchos años. He logrado encontrar la simplicidad. He conseguido hacerme familiar a la luz. Creo que he pintado bastante en los últimos tiempos. Una vez que se empieza hay que seguir haciéndolo. Los cuadros no se terminan nunca.
El viento sopla en el litoral central y se lleva con él el pumpá de Reverón, la luz reverbera en todo su esplendor y las palabras del maestro quedan resonando: “Los cuadros no se terminan nunca”.
Texto de Patricia Quintero Rodríguez
Sencillo y preciso. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarSencillo y preciso. Gracias por compartirlo
ResponderEliminarUn placer compartirlo.
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