martes, 11 de mayo de 2010

Entrevista Imaginaria a Carlos Moros

“A mí no me dan tubo, yo me voy para Tacoa”

Carlos Moros se hizo luz

No cabe la melancolía entre esos bigotes lacios y sus labios gruesos, cabe una risotada. Su prístina mirada y su sonrisa franca desafían cualquier reto.

Es domingo 19 de diciembre de 1982, muy temprano en la mañana. La cita está concertada en la redacción de El Universal. Ahí está Carlos Moros frente a su máquina Remington, que se hace pequeña entre sus manos; también se observa una libreta de apuntes, unos anuarios de educación, libros de poesía, fotos, recortes de periódicos, todo un caos que él tiene perfectamente armonizado. La silla, en la que cuelga su chaqueta, le queda estrecha, sin embargo sus ojos y su sonrisa invitan al diálogo.
PQ: ¿Qué tal?, ¿cómo está?
CM: Feliz, muy feliz.
Lo roza una sombra, podría tratarse de alguien que pasó fugazmente.
PQ: Siempre se ha hablado de su sentido del humor.
CM: Sí, me gusta jugar con él. Una madrugada, después de una noche de tragos, me encuentro con el esposo de Elizabeth Fuentes en una arepera, él estaba solo y yo apelando a la solidaridad de amigos le hice firmar una carta donde se hacía constar que él no estaba en compañía de ninguna otra mujer, yo también firmé como testigo. Mis compañeros de El Nacional, entre ellos José Pulido, cuando yo empezaba a reír gritaba desesperado: “no le cuenten más chistes”. Hacía temblar las mesas y las máquinas de mis compañeros de al lado y les interrumpía su trabajo. Mi humor es como mi tamaño.
PQ: ¿Cuál ha sido su formación?
CM: Empecé estudiando arquitectura y me decidí luego por el periodismo en la Escuela de Comunicación Social de la UCV. Participé en el proyecto inicial de El Diario de Caracas, allí trabajé en las páginas culturales. Luego me fui a El Nacional, cuando la sección de cultura estaba dirigida por Pablo Antillano. Y, posteriormente paso a El Universal, aquí cubro la información educativa. Eso sí, en todos lados he peleado mi derecho a no usar corbata, ¿no te parece que mi chaqueta se me ve mejor? También participé en el Taller Literario del Celarg en el año 1978, bajo la coordinación de Tomás Eloy Martínez.
PQ: ¿Qué implica para usted el periodismo?
De pronto, saca de una gaveta un cuaderno de tapas rosadas que contrastaban con su aspecto tan viril. Y leyó:
CM: Melancólico ejercicio este de escribir
inventar combinaciones para lograr explicarse
cobijarse en palabras para llorar lo indecible
apresar un instante
o explicar lo inefable.
Las letras, como la vida
las llevamos a rastras.
Apelar al sonido
como si cada letra fuera una pira ardiente.
Si fuera llama purificadora.
Si fuera metamorfosis.
Toma, te doy este tubo (dijo con picardía al entregar sus poemas).
En su poesía hay una idea reiterativa sobre la muerte. Se hizo el silencio. ¿Era un juego de luces?, ¿qué era?, allá a su lado había una sombra e intempestivamente un escalofrío lo cubrió todo.
PQ: Resulta extraño esto porque siempre se habla de su vitalidad, de su alegría de vivir, de lo lejana que es la muerte para usted.
CM: Creo que no tanto, siempre está la tensión entre la vida y la muerte y una prevalece sobre la otra. A veces me gusta valerme del humor ácido o de la ruptura de estereotipos. Hay un cuento mío, donde dos niños cambian de vestimenta a su abuela muerta durante las noches y la adornan, pero al día siguiente le ponen la misma ropa para que sus padres no los descubran. La abuela de alguna manera era un juguete, en el buen sentido de la palabra, es una manera de hacer cotidiana a la muerte.
Al verlo tan imponente, con sus ojos negros y pícaros, su amplia sonrisa, su pelo ensortijado y sus poblados bigotes lacios transmite la imagen de todo un caballero.
PQ: ¿Y qué de sus amores?
CM: Yo vivo solo y lo que más me sorprende es la reacción de las mujeres cuando se enteran de que estoy solo. Casi siempre me dicen “¡¿Soliiiiito?! No sé…como que les inspirara algo maternal. Por otra parte, me encanta guardar mensajes de mis ex-novias en cajas de fósforos.
PQ: ¿Y sus amigos?
CM: Cultivo la amistad. Soy amante de la buena conversación y de la franqueza. Vivo de una manera muy particular y suelo defender mis puntos de vista apasionadamente, eso sí, sin irrespetar al otro. También me gusta compartir con mis amigos una buena comida. Frecuento “Los Tertuliadores” y “La Bajada” en Sabana Grande, al igual que “La Tertulia”, “El Basque” y “Los Cambaos” en La Candelaria. Allí me reúno con periodistas, bohemios, intelectuales y gente de formación y quehaceres diversos.
Sus amistades recuerdan la cola que tuvieron que hacer para saludarlo un día de su cumpleaños en su casa.
PQ: ¿También cocina?
CM: Te puedo recomendar una de mis especialidades que me la copió un amigo cocinero. Es una sopa de auyama con apio que se prepara facilito. Queda tan buena que en su restaurant vegetariano fue todo un éxito.
PQ: ¿Qué intereses inmediatos tiene?
CM: Hay dos cosas que hace tiempo intento concretar. Una es un viaje a Francia y la otra un rústico Toyota. Para la primera estoy aspirando a una beca para un postgrado y para la otra tengo material acá (señala un montón de avisos clasificados que descansan al lado de la Remington).
PQ: ¿Por qué Francia?
CM: Porque estoy enamorado de todo lo que significa cultura. Me apasionan las artes, las letras y la arquitectura. Me encantaría quedarme en cualquier bar alegre de París, donde haya poetas y escritores. Un buen trago siempre es inspirador.
Repentinamente aparece Salvatore Veneziano, el reportero gráfico del periódico, quien informa que necesitan cubrir el incendio de Tacoa. Moros salta de su silla y comenta eufórico: “a mí no me dan tubo, yo me voy para allá”.
Moros se despide cordialmente. Al alejarse, ahora se observa la sombra entre los dos y luego ésta abraza a Moros. La muerte también se enamoró de su vitalidad y de su humor. Se tiene la seguridad que vencieron a la sombra porque, como muy bien dicen sus amigos: “Carlitos Moros se hizo luz”.

Texto de Patricia Quintero Rodríguez

2 comentarios:

  1. Me impresiona mucho lo escrito. Mi madre fue una muy cercana y gran amiga de él. Ella me cuenta que él un día se fue por ahí y se metió donde una bruja y la bruja le dijo que vendría hacia él una luz, le decía "veo una luz en tu camino, veo que viene una luz muy fuerte hacia tí"... y precisamente, a él se lo llevó una luz demasiado fuerte, al punto de que él se hiciera luz.
    Saludos.

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  2. Gracias por el comentario. Qué increíble!, y así fue con toda la energía que tenía para brindar se hizo luz.

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